jueves, 13 de noviembre de 2008

Nota sobre la revolción Mexicana











1.Introducción

La idea del presente trabajo es situar la revolución mexicana dentro del proceso histórico general que la contiene, partiendo del análisis de Hobsbawm que propone contextualizar los procesos revolucionarios particulares en los periodos históricos en los cuales dichos procesos se insertan. Para ello se utilizaran las categorías de macro fenómeno de la transformación histórica entendido como periodo de revolución social en el cual “las fuerzas productivas de la sociedad entran en conflicto con las relaciones existentes de producción” y la de micro fenómeno revolucionario en tanto quiebre que implica transformaciones drásticas de los sistemas[1]. Siguiendo esta línea se analizara el caso mexicano intentando identificar los factores que se conjugan para generar el episodio revolucionario que comienza en 1910 en el contexto histórico general de la expansión capitalista de fines del siglo XIX y la conformación de economías capitalistas de tipo dependiente en las sociedades de América latina.

2-El contexto de la revolucion Mexicana

El proceso de la consolidación del sistema capitalista en México se produjo en el marco de una modernización económica dependiente de los países centrales luego de mediados del siglo XIX. El mismo se caracteriza por la afluencia de capitales extranjeros volcados a la creación de una infraestructura (FF. CC., Comunicaciones, etc.) y un sistema financiero acorde con los intereses externos y del sector dominante local vinculado a las actividades agraria y minera de exportación.
La manifestación política de este proceso fue el régimen de Porfirio Díaz que posibilitó mediante sus políticas de estado la consolidación de este proceso. El porfiriato, basándose en una combinación de políticas represivas y la conciliación en el poder de los intereses del sector tradicional con el sector modernizante, brindó marco político a este proceso. Fue “bajo su aparente inmovilidad política la forma especifica que adoptó en México el periodo de expansión del capitalismo en el mundo de fines del siglo XIX y comienzos del XX, en el cual se formó y se afirmó su fase imperialista y monopolista.”[2] Dentro del bloque dominante el proceso de modernización fue sostenido y argumentado ideológicamente por el sector intelectual denominado “los científicos”, que sostenían la idea de progreso asimilándola a la de industrialización y veían a la inversión extranjera como el único medio para que México dejara atrás su “pasado feudal”. El fracaso de este proyecto era ya visible hacia principios del siglo XX ya que las inversiones extranjeras se concentraron en su inmensa mayoría en los sectores tradicionales de la economía vinculados a los mercados externos.
La incorporación en una posición subordinada al mercado mundial y las formas que adquirió el proceso de modernización en México implicaron una serie de transformaciones en la sociedad que generaron diferentes tensiones que atravesaban la sociedad y se fueron acumulando durante el periodo. En primer término el proceso de transformación implicó que se acentuaran las contradicciones en el interior del bloque dominante. Los sectores menos ligados a las actividades económicas tradicionales buscaban “una transformación en los métodos de dominación del Estado para acordarlos con las transformaciones económicas sufridas por el país”[3]. Este conflicto “es producto del nivel de desarrollo capitalista favorecido y organizado por el estado porfiriano, tomó la forma de política de la crisis ínter burguesa que opuso al maderismo, como movimiento nacional, al régimen de Porfirio Díaz”.[4] Por otro lado el proceso de vinculación de México con el mercado internacional se baso en la súper explotación de las masas campesinas. El proceso de expropiación de las comunidades indígenas y los pequeños propietarios mediante el decreto de colonización de terrenos baldíos (1883) y la creación de compañías deslindadoras condujo a una enorme concentración de la tierra en manos de una clase terrateniente latifundista y generó una fuerte resistencia en la clase campesina. En otro orden de cosas el desarrollo urbano y el crecimiento de los sectores medios, al no estar basado en un proceso de industrialización, generaron un una progresiva pauperización de los mismos ya que existía un desfasaje entre su crecimiento y su real capacidad de inserción en el sistema productivo. Esto se tradujo en un aumento del resentimiento contra los grupos sociales que usufructuaban el poder político. Por último estaba tomando forma un incipiente desarrollo sindical obrero que, aunque de forma dispersa y aislada, daba sus primeros signos de resistencia y comenzaba a plantear el problema de la “cuestión obrera” en la sociedad.
Ahora bien, si es necesario contextualizar la revolución mexicana en el macro fenómeno de la transformación histórica en la cual esta inmersa, esto no es suficiente para explicarlo. Si bien el macro proceso implicó que se generen ciertas tensiones en la sociedad Mexicana, este no determinó la forma que adoptó la resolución de los mismos.[5] Se hace necesario entonces analizar qué factores hicieron que en el caso mexicano las tensiones y conflictos acumulados en este periodo condujeran a un estallido revolucionario. Se puede argumentar que esta explicación es de carácter cuantitativo, es decir, que el nivel de tensiones en México llegó a un punto tal que hizo inevitable el fenómeno revolucionario a diferencia de otros países de Latinoamérica donde las tensiones fueron menores. No es la postura que se intenta sostener en este trabajo; se tratará en cambio de identificar algunos factores del desarrollo histórico concreto de la sociedad mexicana que llevaron a que el conflicto social diera lugar a un proceso revolucionario de un dinamismo extraordinario que se extendió por diez años.

3- La revolucion

La manifestación política del conflicto en la clase dirigente toma forma a partir del surgimiento de la figura de Madero, en cuya propuesta política existen diferentes elementos de ruptura con el orden vigente. En primer lugar desconoce el monopolio político ejercido por Díaz al llamar a la conformación de un partido político y en segundo lugar el llamado a elecciones libres sin posibilidad de reelección. Sin entrar en los detalles de los acontecimientos puntuales diremos solamente que el gobierno respondió con la represión y encarcelando a Madero luego de erigirse este como candidato a presidente por el Partido anti-reeleccionista para las elecciones de Junio de 1910. De esta manera se radicaliza la posición de Madero (en torno al cual habían cerrado filas los diversos sectores de la oposición a Díaz) que “al serle negadas (...) las posibilidades de convertirse en opositor, no le queda otra alternativa que convertirse en revolucionario”[6]. El llamado a la insurrección se produce mediante la proclamación del Plan de San Luis el 3 de octubre de 1910. La necesidad de Madero de recurrir a las masas campesinas para llevar adelante la insurrección lo lleva a incluir sus reivindicaciones. Esto “significaba, ni más ni menos, que la incorporación de las masas agrarias a una revolución que hasta el momento solo tenía un sentido político. A partir de ahí, la revolución tendría una calidad nueva, pues la lucha no estaría centrada en el derrocamiento o continuación de un gobierno, sino también en el problema de la tierra, lo que para un país como México significaba el establecimiento de un orden social nuevo”[7]. La incorporación de las masas campesinas a la insurrección maderista le imprime una nueva dinámica, en tanto la lucha de los campesinos persigue objetivos diferentes e inclusive opuestos a los de los sectores burgueses. En realidad debería decirse que las masas no son incorporadas al proceso revolucionario sino que irrumpen en la escena “fuera de la estructura de la dominación estatal y contra ella” [8] alterando y transformando desde abajo las relaciones sociales del país. Esta actividad “tiene un motor central: la revolucion se presenta como una gigantesca guerra campesina por la tierra, que llevada por su propia dinamica pone en cuestion el poder de la estrcuctura del Estado, controlado hasta entonces por un bloque de poder en el cual la hegemonia indiscutible la detentaban los terratenientes”.[9]
Entre los ejércitos revolucionarios campesinos es el de Emiliano zapata el que sitúa en una posición absolutamente independiente y autónoma con respecto de todas las fracciones de la burguesía durante todo el proceso, y es el foco que mantiene constantemente en marcha la revolución haciendo saltar todos los intentos de acuerdo entre las fracciones de la burguesía. La independencia programática y organizativa del zapatismo ( plasmada en el Plan de Ayala) es lo que le brinda el carácter verdaderamente revolucionario a sus acciones.
En este sentido puede decirse que la revolución política burguesa se desarrolla combinada con una revolución campesina, que tiene un origen anterior y una lógica propia, que la supera y que cuestiona al mismo Estado burgués. La clave de esta autonomía no hay que buscarla en el hecho de posea una dirección política, un programa o las armas para enfrentarse al poder estatal; sino que reside en el hecho de que “tengan una organización independiente a traves de la cual puedan expresar las conclusiones de su pensamiento colectivo y ejercer su autonomia”[10]. Esta forma de organización independiente eran los pueblos, antiguos Organos delas comunidades campesinas del Sur, ámbito donde durante cientos de años habían organizado la resistencia contra el arrebato de sus tierras y la destrucción de sus comunidades.

4-Sintesis y consideraciones finales

Llegado ese punto del análisis es factible realizar una síntesis de lo expuesto que permita dar cuenta de los objetivos propuestos en la introducción. En primer lugar se puede sostener que los cambios estructurales que experimento la sociedad mexicana forman parte de un macrofenomeno historico del cual formaron parte otras sociedades latinoamericanas en el periodo en cuestion, asimismo estas tranformaciones estructurales determinaron, tanto en el caso de México como en el de las otras sociedades latinoamericanas, una serie de tensiones y conflictos entre diferentes grupos sociales. Estas tensiones tuvieron diferente resolución en cada una de las sociedades signdas por la transformación. Estas diferentes resoluciones fueron determinadas por el desarrollo historico de cada una de las sociedaes afectadas por el proceso, y las acciones de los diferentes grupos sociales determinadas tambien por su desarrollo historico particular. En el caso de México las tensiones en el interior del grupo dominante y llevaron a una fisura dentro del mismo que no pudo ser resuelta institucionalmente y el sector disidente tuvo que recurrir a la insurreccion apoyándose en los sectores populares campesinos. Este hecho se conjugo con la existencia de un sector del campesinado que poseia una intereses propios ( la restitucion de las tierras de sus comunidades), una lucha de resistencia independiente y anterior en el tiempo y formas de organización propias. Como resultado la revolucion política burguesa se combino con una una revolucion campesina que tuvo un carácter autónomo con respecto a la primera y llego a cuestionar, al menos durante el tiempo que duro el proceso revolucionario, las instituciones y las relaciones de propiedad de la sociedad burguesa.

[1] Hobsbawm, E. “la Revolucion”, en Roy Porter ( ed.), La revolucion en la historia, Critica, Barcelona,1990
[2] Gilly, A. “ La guerra de clases en la revolucion mexicana” en AA.VV. interpretaciones de la revolucion mexicana, UNAM-Nueva imagen, México, 1980

[3] Gilly Ob. Cit.
[4] Gilly Ob. Cit.

[5] Hbs

[6] Mires, F. La revolucion permanente, Siglo XXI, México, 1988
[7] Mires Ob. Cit.
[8] Gilly Ob. Cit.
[9] Gilly Ob. Cit

[10] Gilly Ob. Cit.

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