jueves, 13 de noviembre de 2008

Acumulacióm de capital en Argentina 1900 - 1969







La acumulación de capital en la formación económico-social argentina tiene su base en la renta agraria. La alta productividad de los suelos implicó un nivel de eficiencia en relación al mercado mundial que significó la precepción de una renta diferencial por parte de la burguesía agraria. Esto posibilitó el surgimiento de un mercado interno con una alta capacidad de consumo mediante la transferencia de valor (proveniente de la renta absoluta de la tierra más la renta diferencial) del sector agrario de la economía al sector no agrario, ya sea mediante subsidios indirectos o directos, y fue lo que permitió el desarrollo de un sector industrial dentro la formación económica. Esta transferencia de valor significo el desarrollo de un sector industrial con escaza capacidad de competencia en el mercado internacional, el cual debió ser sostenido por sector agrario de la economía[1]. La limitada escala de producción de implicó una escaza división del trabajo social y la poca complejidad del proceso productivo en el sector no agrario de la economía, lo cual dio como resultado el desarrollo de un sector industrial con bajos niveles de capacidad de acumulación y poco competitivo a nivel de los mercados externos, debido a que el nivel de su productividad se ubicó por debajo de la media mundial.[2]
En este sentido se puede afirmar que “…ya sea en forma directa o indirecta, esos subsidios perjudican a una fracción de la burguesía en detrimento de otra, restándole capacidad de acumulación al disminuir la plusvalía de la que puede apropiarse”.[3]. De manera que, aunque con marcados altibajos, la renta de la tierra ha constituido una fuente sustancial de plusvalía para la economía nacional, lo cual es un rasgo distintivo del proceso argentino de acumulación[4].

2 - Evolución histórica de la acumulación de capital. - La crisis de 1930, el peronismo y la década de 1960.

Para comprender la evolución histórica del proceso de acumulación de capital en sus rasgos más gruesos se puede acordar con que desde el inicio del siglo XX hasta 1930 “tres sujetos sociales confluyen como socios principales en la apropiación de la renta”[5]:

1- la burguesía terrateniente, la cual
2- los capitales industriales extranjeros que operan en la circulación de mercancías agrarias y en los servicios públicos; los mismos
3- El capital acreedor de la deuda pública externa, el cual

Sin embargo ya hacia la década de 1940 se constata un cambio en los sujetos sociales que se apropian de la renta, comienza la “etapa de acumulación nacional de capital en la que lo terratenientes han pasado de gestores políticos, a supuestas víctimas de sus socios en el proceso de apropiación de la renta, al haberse incorporado a este los capitales industriales que operan en la escala restringida del mercado interno”[6]
Para el periodo analizado, siguiendo el análisis planteado por Iñigo Carrera la evolución histórica de la evolución de la riqueza social está caracterizado por un violento divorcio entre el crecimiento del producto material de la economía y el retroceso en la magnitud de valor del mismo (utilizando como índice el computo del Producto Bruto Interno a precio corriente expresados en unida monetaria de poder adquisitivo constante respecto de una canasta dada de valores de uso: el índice de precios al consumidor). Más allá de las conclusiones a las que llega el autor acerca de este dato lo concreto es que el proceso de acumulación capitalista en argentina presenta serio problemas de reproducción, es decir la capacidad de valoración del proceso acumulativo es cada vez más limitada. Esto se debe, a nuestro criterio a las limitaciones producto de las contradicciones internas del proceso de acumulación de capital argentino, que se hacen visibles en la medida en el tamaño de la economía no agraria, con escaza capacidad de competencia y valorización, crece más allá de lo que puede ser sostenido por la economía agraria, es así que “en algún punto los subsidios tienen que ser eliminados, se produce una enorme crisis industrial y los sectores agrarios recuperan rentabilidad. Este vaivén producido por la transferencia de ingresos sectoriales resta capacidad de acumulación a largo plazo del conjunto de la economía”[7]

3.1- La crisis de 1930.

Según Arceo la caída de los precios de exportación y el deterioro de lo términos de intercambio acontecido entre los año 1928 y 1933 brindaron una situación excepcional a la industria (vía abaratamiento de materias primas y mano de obra, y restricción de la importaciones) traducido en un incremento de la producción industrial con elevado márgenes de ganancia. En este sentido la caída de ingresos de exportación creó las condiciones para la expansión de la industria vía un cambio en los precios relativos inducido por una política que procuro que la reducción de la importaciones, necesaria por la caída de las exportaciones, no se efectúe mediante una contracción de la actividad global, restringiendo la demanda interna y contrayendo lo ingreso fiscales. Sin embargo el peso y el dinamismo de la industria fueron insuficientes para contrarrestar los efectos de la diminución de la renta agraria sobre el ingreso per cápita, debido a un insignificante aumento de la productividad por habitante y a las escazas modificaciones en la composición orgánica del capital.[8] De manera que el proceso de sustitución de importaciones iniciado en la década de 1930 se sostiene mediante el flujo de riqueza social proveniente de la renta diferencial que es apropiado mediante diferente mediadas de política económica por parte del estado tales como la instauración de un tipo de cambio sobrevaluado, la retenciones a las exportaciones y la participación directa en el comercio.[9]
Es precisamente, según Diaz Alejandro, desde 1930 cuando comienza a ser persistente – exceptuando el periodo correspondiente a la segunda guerra mundial y a los primeros años de posguerra- una escasez de divisas, el estrangulamiento de divisas que coarto la expansión económica tuvo su origen, según el autor, en que la capacidad de importación no alcanzo para lograr una tasa sostenida de crecimiento del 5% anual. [10] En su análisis el autor sostiene que si bien en un principio se utilizaron se utilizaron eficientemente lo recursos disponibles, mediante cambios en la estructura de la demanda y la sustitución de importaciones, desplazando al gasto hacia el consumo es el comienzo de una etapa de desequilibrio visible en la distribución de la formación neta del capital por clases de bienes a favor de sectores de la economía interna y en detrimento del sector externo, que se iba a acentuar principalmente en los gobiernos peronistas[11]. En contraste Basualdo en su análisis destaca el aceleramiento del proceso de industrialización y concentración que se produce en la industria a partir de 1930. Un dato relevante que aporta en este sentido es que para 1937 los grandes establecimientos eran el 1.4% de las plantas, representando el 37% de la ocupación y el 58% del valor de producción total. Asimismo subraya que la necesidad de tener en cuenta las características de la estructura económica que determino que la firmas extranjeras y la empresas locales no constituyeran fracciones empresariales desvinculadas, tanto dentro de una misma rama de la actividad como entre firmas de diversas actividades ligadas por relación de insumo producto.[12]
Evidentemente la crisis de 1930 significo una serie de modificaciones en el proceso de acumulación de capital argentino, lo central de definir es, a nuestro criterio, de qué tipo de modificaciones se trato. Hay quienes sostienen que se trato de una modificación cualitativa es decir que existieron cambios estructurales en el proceso de acumulación, y que a partir de la crisis de 1930 se asiste al final del periodo de acumulación basado en la renta agraria para dar lugar a una nueva etapa. En el apartado final dedicaremos unas líneas al tratamiento de la cuestión.

3.2 –1946/1955.

La ampliación del ámbito de acumulación industrial significo la constitución de actores sociales de peso significativo opuestos al modo de acumulación basado en la renta agraria. Este es el planteo que hace Arceo acerca de la conformación de nuevo bloque social – conformado por los nuevos sectores industriales y los sectores populares movilizados por el estado.[13] Sin embargo el autor resalta que las condiciones para la instauración de un “nuevo modo de acumulación” son particularmente restrictivas debido a que el sector a las restricciones del sector agrario en recuperar su producción y un creciente deterioro en las condiciones de competencia internacional. Nuevamente nos vemos frente a la cuestión de la naturaleza de los cambio en el proceso de acumulación, por el momento digamos que resulta llamativo el planteo de Arceo al sostener que las restricciones a un “nuevo modo de acumulación” provienen del sector que era base de sustento de lo que, usando los términos del autor, era el “viejo modo de acumulación”. La contradicción llega al máximo al sostener que la posterior crisis de la industria, producto en realidad de su pequeña escala y u escaza competitividad, se debió a caída de los montos globales de las exportaciones no tradicionales – no por los altos costos laborales sino debido a que las ventas e explican por la desaparición de lo proveedores internacionales - y al estrangulamiento de divisas como consecuencia del agotamiento de las condicione de reproducción ampliada de explotación del suelo[14]. Una visión similar del periodo peronista se encuentra en el texto de Basualdo: un nuevo bloque social que apunta a la expansión del mercado interno –con altos niveles de salarios y ganancias- mientras se pudo transferir la renta agraria, destacando el estrangulamiento de divisas visible desde 1948 y el hecho de que la industrialización quedo fortalecida pero no se transformo en el eje del proceso económico.
Por su parte Diaz Alejandro sostiene que el no volcar suficiente recursos a las industrias de exportación y a las industrias “verdaderamente competitivas” de las importaciones y haberlos designado a lo viene internos “fue lo dio origen al grave problema de las últimas cuatro décadas”[15] signado por la permanente escasez de divisas. Según el autor las políticas de los gobiernos peronistas tendieron a no expandir las exportaciones de bienes –rurales o industriales- y no aplicaron una estrategia coherente de sustitución de importaciones, en cambio se estimulo el incremento de los bienes internos, estrategia no compatible con el logro de una tasa de crecimiento sostenida del 5% anual. En este sentido afirma que el peronismo más que fomentar la industria fue una política nacionalista y popular de aumento del consumo real, la ocupación y la seguridad económica de la masas a expensas de la formación de capital y de la capacidad de transformación de la economía.[16]

3.3 - 1960/1969.
La descripción que realiza Basualdo cuenta con las siguientes características: el arribo de inversiones extranjeras debido a la aplicación de políticas “desarrollistas” que facilitaron su ingreso para incrementar la productividad y asegurar su autonomía frente a las limitaciones del sector externo, el incremento de la participación asalariada con una fragmentación del mercado de trabajo, la predominancia de esto actores dedicado a la producción de bienes de consumo durable, y el recurso al endeudamiento externo como medio de ampliar la disponibilidad de divisas.[17] Otra visión destaca que hacia 1964 se producen una serie de cambios: elevación sostenida de la tasa de crecimiento industrial, el incremento de la producción de bienes de consumo no durables, el crecimiento de la industrias vegetativas, un aumento de la capacidad de empleo de mano de obra (in fragmentación del mercado laboral), la diversificación del liderazgo empresario (se incorporan empresas medianas dinámicas y grandes vegetativas y el crecimiento de la exportaciones industriales de empresas nacionales.[18] En este sentido sostienen que se inicio una nueva etapa signada por laos cambios ya mencionados que resultaron en una reversión de las pautas distributivas generando un capital industrial con más capacidad para desarrollar el mercado interno asalariado incrementando la dotación del factor capital, sin embargo no dejan de destacar la condición que posibilito estos cambios: la inexistencia de crisis en el sector externo debido a la atenuación de restricciones de la oferta agropecuaria, el crecimiento de la exportaciones industriales y el endeudamiento externo.[19] Por otra parte una crítica[20] a esta caracterización resalta lo errores metodológicos de la periodización utilizada proponiendo una periodización que diferencie 1964/66 de 1966/72, destacando que el crecimiento de la industrias vegetativas e da solo en el primer periodo. Por otra parte le critican medir el liderazgo empresario a partir del porcentaje de participación de las industrias en la economía. En definitiva la crítica sostiene que a partir de 1966 se acentúa la consolidación de las empresas extranjeras, e revierte la distribución progresiva del ingreso y crece la fractura salarial en beneficio de los obreros del sector dinámico de la economía (Industria extranjera de bienes de consumo durables). Por último critican el planteo de que no existe crisis del sector externo y argumentan que el aumento de la deuda externa es una prueba de que sucede lo contrario.


4. - Los límites de la acumulación capitalista en Argentina.

En base a lo expuesto hasta aquí e pueden realizar una serie de consideraciones. En primer lugar se puede sostener que la acumulación capitalista en argentina no ha experimentado cambios cualitativos que impliquen que haya dejado de ir un capitalismo de base agraria, el desarrollo industrial y los cambios en la composición del mismo e realizaron en base a la transferencia de la renta agraria hacia los sectores no agrarios de la economía. Por otra parte las condiciones en que se dio ese desarrollo del capital industrial significaron que - debido a su pequeña escala, u escaza división del trabajo y productividad y su tardía inserción en la competencia capitalista internacional - tuviera una limitadísima capacidad de competir con la industria de otras formaciones económicas. De esta manera para desarrollarse, mas allá de coyuntura histórica que brindaron una protección de hecho, debió ser subsidiado mediante políticas de estado por la renta agraria proveniente del único sector realmente dinámico de la economía, principal proporcionado de divisas. En este sentido el creciente endeudamiento externo y el aumento de la tasa de explotación, y su consecuente descenso en los niveles de vida, debe ser comprendido a partir del agotamiento de la capacidad de generar riqueza del sector agrario
[1] Iñigo Carrera, Juan: La formación económica de la sociedad argentina, Imago Mundi, Bs. As., 2007. Capítulo 5: “Evidencias de la especificidad del proceso argentino de acumulación de capital”; pp. 41 a 85 (Gráficos 5.2 y 5.3)
[2] Sartelli, Eduardo: Óp. Cit.
[3] Sartelli, Eduardo: La Plaza es nuestra, Ediciones RyR, Buenos Aires, 2007.
[4] Iñigo Carrera, Juan: Óp. Cit. – Gráfico 5.8
[5] Iñigo Carrera, Juan: Óp. Cit.
[6] Iñigo Carrera, Juan: Óp. Cit
[7] Sartelli, Eduardo: Óp. Cit.
[8] Arceo, Enrique: Argentina en la periferia próspera. Renta internacional, dominación oligárquica y modo de acumulación, UNQ, capítulo VII: “El fin del modo de acumulación”; pp. 343 a 385
[9] Iñigo Carrera, Juan: Óp. Cit.
[10] Díaz Alejandro, Carlos F.: Ensayos sobre la historia económica argentina, Amorrortu, Bs. As., 1975, capítulo 2: “La economía argentina posterior a 1930″, pp. 75 a 140
[11] Díaz Alejandro, Carlos F: Op. Cit.
[12] Basualdo, Eduardo: Estudios de historia económica argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad, Siglo XXI, Buenos Aires 2006, capítulo 2.
[13] Arceo, Enrique: Op. Cit.
[14] Arceo, Enrique: Op. Cit.
[15] Díaz Alejandro, Carlos F: Op. Cit.
[16] Díaz Alejandro, Carlos F: Op. Cit.
[17] Basualdo, Eduardo: Op. Cit.
[18] Pablo Gerchunoff y Juan J. Llach: “Capitalismo industrial, desarrollo asociado y distribución del ingreso entre los dos gobiernos peronistas: 1950-1972″. en Desarrollo Económico Nº 57Vol. 15. abril-junio 1975
[19] Pablo Gerchunoff y Juan J. Llach: Op. Cit.
[20] Daniel Azpiazu, Carlos E. Bonvecchi, Miguel Khavisse y Mauricio Turkieh: “Acerca del desarrollo industrial argentino. Un comentario crítico (NyC)”en Desarrollo Económico Nº60 Vol. 15. enero-marzo 1976.

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